Hace unos días se celebró el Foro Mundial de la Nicotina (GFN por sus siglas en inglés) en Varsovia. En este Foro las principales tabacaleras llegaron a un acuerdo mutuo de qué pasos debían seguir a partir de ahora, innovar en un consumo de nicotina más sano.
No es que el mercado vaya exactamente mal. De hecho se vende más tabaco que nunca, solo que se realiza en zonas no relacionadas con Europa Occidental, el Sudeste Asiático y América en general.
China, por ejemplo, acapara por sí sola el 40% del mercado y sigue en un crecimiento constante. El resto de zonas geográficas, principalmente las relativas a Occidente, han estancado su crecimiento e incluso muestran signos de descenso en el consumo.
El alto precio del tabaco, así como el rechazo general a sus efectos dañinos contra la salud son los argumentos sociales que pesan sobre las tabacaleras. Pero los gobiernos tampoco lo ponen fácil. De hecho, la publicidad de consumo de tabaco está prohibida en prácticamente todo Occidente, los impuestos gravan constantemente este producto y las cajetillas de tabaco están acompañadas casi siempre de mensajes de rechazo al mismo consumo.
Unos cigarrillos más sanos
En esta situación, las tabacaleras apuestan por la inversión en I+D que tanto ha salvado otros mercados. En el caso del cigarrillo electrónico, por ejemplo, se está desarrollando uno que mantenga niveles de nicotina similares o menores a los del tabaco. Esto se consigue porque la forma de consumir el tabaco es mediante calor y no quemándolo, lo que en teoría reduce un 95% sus emisiones.
Igualmente, los cigarrillos de vapor también están siendo desarrollados con menos cantidad de compuestos dañinos, sin tener que variar el porcentaje de nicotina, así como otras técnicas de vaporización que permitan resultados de sabor satisfactorios y suponga menos problemas para la salud del consumidor.