El pez que se muerde la cola es la mejor metáfora que representa la caída libre del Banco Popular, que está sufriendo su mayor desastre financiero en el Ibex 35. La entidad ha comenzado la semana como terminó la anterior, con caídas abruptas, que esta vez han sido del 17%.
El valor de mercado del banco Popular se encuentra bajo mínimos, en una cotización de apenas 1.400 millones de euros y una valoración por acción de menos de 0,4 euros por unidad. Esto motiva la desconfianza de los inversores, que perjudica aún más las opciones de una ampliación de capital, cada vez menos probable.
Una de las medidas que están solicitando es que el presidente de la entidad explique las propuestas supuestamente establecidas en la última Junta de Directivas, pero el silencio por parte de Emilio Saracho, actual máximo responsable del Banco Popular desde febrero de 2017, continúa inamovible.
Sí es conocida la futura reunión entre el Banco Popular y el Banco Central Europeo (BCE), que incrementa el temor a la necesidad de un rescate de la entidad, cada vez más notable. De forma paralela, la posible OPA sobre ella también pierde fuerza, de nuevo por una falta de interés entre los inversores, que no ven una rápida salida de la crisis.
El final del camino, la liquidación definitiva de la entidad, pese a presentarse como una opción extrema, está comenzando a ser más plausible conforme los días se acumulan en números rojos tras cada cierre de la Bolsa.
El mayor problema se centra en la relación inversores-entidad. Mientras los primeros no vean respuesta oficiales de Banco Popular, su inmovilismo parece la única opción posible. La entidad, mientras tanto, cree que sus palabras perjudicarían sus opciones de futuro. No obstante, llegados a este punto, sin información oficial de los directivos, serán los rumores y noticias no confirmadas los que seguirán hundiendo al banco.