El éxito empresarial aporta siempre confianza al inversor. En muchas ocasiones, una línea de negocio basada en una estrategia correcta es extrapolable a otras líneas dentro del mismo sector o incluso en otros paralelos.
Sin embargo, esto tiene cierto riesgo. Una empresa consolidada dentro de una línea de negocio, sobre todo en una posición dominante puede transmitir una pérdida de personalidad, lo que conllevaría la desconfianza de los compradores o de otros inversores en caso de que se trate de una empresa o marca propiedad de varios grupos empresariales.
Por esa razón, lo mejor es vincular la propia empresa a una línea de negocio complementaria, al mismo nivel que la propia. Como ejemplo podemos ver las recientes afirmaciones del presidente de Barón de Ley, Eduardo Santos-Ruiz.
Según el empresario, Barón de Ley siempre se ha relacionado con la alta calidad. La empresa ha recuperado niveles de facturación de casi 100 millones de euros y ahora está buscando expandir sus opciones comerciales con la adquisición de nuevas bodegas.
Sin embargo, esto no es tan fácil porque desean mantener la personalidad de la empresa y para ello necesitan relacionarse con bodegas de primer nivel. El problema en este sentido es que las grandes empresas difícilmente están abiertas a una compra de este tipo, sólo prestan atención a estas inyecciones de liquidez en caso de que la empresa sufra algún revés económico. En ese caso, y como si de un pez que se muerde la cola se tratase, Barón de Ley no se interesaría en ella.
Difícil papel el de Barón de Ley, pero este ejemplo es ampliable a cualquier otra empresa que desee expandirse. La inversión en líneas de negocio afines o complementarias constituye la mejor opción para crecer empresarialmente a través de adquisiciones. Lo difícil es encontrar a la adecuada.