Son tres de los productos más consumidos en cualquier ciudad y van a afrontar una nueva subida de impuestos, que pondrá en la tesitura de los clientes pagar o no el importe al que asciendan en esta ocasión. Se trata del tabaco, el alcohol y los refrescos.

En esta nueva subida de impuestos, tanto la recaudación como la motivación de una vida más saludable son los objetivos prioritarios. El anuncio de la subida por parte del Ministerio de Hacienda llega al poco de conocerse un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por el que se alertaba del aumento considerable de personas que sufren obesidad, diabetes o problemas dentales.

Esto ha motivado un gravamen todavía no concretado sobre las bebidas que entran dentro de la categoría de refrescos azucarados. Quedan excluidos de esta subida los refrescos sin azúcar o que no superen cierto límite de azúcares.

Para los refrescos afectados, se presupone una subida del precio final. Las empresas relacionadas con este caso han dicho públicamente que el consumidor será el que se verá más afectado. Por tanto, es lógico concluir que el precio de los refrescos azucarados se incrementará lo suficiente como para que este gravamen quede cubierto y la rentabilidad potencial se mantenga.

Curiosamente, la nueva norma iría en detrimento de las familias más desfavorecidas, dado que la OMS identificaba los países más pobres y los consumidores con menos recursos lo que más consumo realizaban de las bebidas azucaradas, por lo que de ponerse en marcha sería precisamente estos individuos los que saldrían más afectados.

Por otra parte, la ley ya está impuesta en otros países de América Latina y Europa, en los qu ese ha podido analizar cómo, durante los primeros dos años, la rentabilidad de las empresas afectadas desciende levemente, si bien en el futuro se mantiene a los niveles originales.