Después de un final de mes de abril esperanzador, mayo parecía tener suficientes bazas para convertirse, si no en el mes de la inflexión, al menos sí en el más tranquilo de lo que llevamos de 2016. Para nada ha sido de esta manera, tras revisar la primera semana y vislumbrar un futuro en los próximos días, cuanto menos, tenso.

Por lo que respecta al dólar, los valores económicos le han dado la espalda. Terminó la semana en alza, pero llevaba varios días de reducción en su valor comparativo en Fórex, con niveles de enero de 2015.

Si bien la tasa de desempleo no se ha movido del 0,5%, el crecimiento de los puestos de trabajo ha sido menor del esperado y la remuneración salarial no ha crecido al ritmo previsto, ocasionando en los analistas un temor a una posible recesión de aquí hasta verano. La “suerte” del dólar ha sido la intervención de William Dudley, presidente del Fed de Nueva York, quien explicó que era bastante probable no sólo que los tipos de interés tuvieran una subida próximamente, sino que ésta podría repetirse por segunda vez antes de final de año.

Por lo que respecta a la libra, lleva dos semanas de descenso por la incertidumbre causada por el referéndum del Bréxit, que podría alejarla para siempre de la economía europea. La siguiente semana se acumulan los informes trimestrales económicos que demostrarán la debilidad o fortaleza de la divisa británica, ante una de las situaciones más inestables de su historia.

Por lo que respecta al euro, esta semana se ha mantenido estable y con cierta fuerza desaparecida los últimos meses. Sin embargo la prueba de fuego llegará el impopular viernes 13 de mayo, cuando tenga que presentar la estimación del crecimiento económico en la Eurozona.